Durante las primeras tres décadas del siglo XX, Medellín experimentó un crecimiento urbano acelerado, duplicando su espacio habitado y dando origen a nuevos barrios en Medellín que marcaron el desarrollo social y económico de la ciudad. Hacia el oriente surgieron urbanizaciones de carácter obrero como Manrique, Aranjuez y Berlín, donde se establecieron trabajadores atraídos por la industrialización. En contraste, el barrio Prado se consolidó como la zona residencial de la burguesía emergente, caracterizándose por su arquitectura de inspiración europea y amplias casonas.
Además, la modernización de Medellín se vio reflejada en proyectos clave como la instalación de energía eléctrica, la construcción de teatros emblemáticos, la fundación de colegios dirigidos por órdenes religiosas europeas y la inauguración del Hospital San Vicente de Paúl, que sigue siendo un referente en salud. A esto se sumó la consolidación de calles comerciales que dinamizaron la economía local y posicionaron a Medellín como un centro urbano en expansión.