Este personaje debía tener conocimiento sobre el tiempo, sentido de orientación; dominar habilidades culinarias, médicas, comerciales, domésticas; saber sobre la vida de los animales. Era indispensable la fuerza, la destreza, el ingenio y las jerarquías, dominio del medio, orden y eficacia y distribución de funciones. Estos atributos denotan la alta capacidad de liderazgo del arriero.
El tiempo de recorrido en los caminos lo determinaba el estado en que estos se encontraban, pues en algunos trayectos se hacía difícil el tránsito por ser canalones profundos y estrechos que se deterioraban aún más por las condiciones climáticas, hasta tal punto que cuando el paso de las mulas no era posible, las mercancías se transportaban a hombro de silletero.
La actividad de la arriería en el siglo XIX trajo consigo el progreso
económico a los pueblos de Antioquia. Para los habitantes ha sido motivo de
orgullo haber pertenecido al gremio de los arrieros y un oficio que se enseñaba
y se heredaba de generación en generación.