Uno de los mayores desafíos históricos del desarrollo de Antioquia fue el aislamiento geográfico que limitaba su crecimiento económico. La región, rica en minería, caficultura e industria, enfrentaba serias dificultades para conectar sus productos con el río Magdalena y el océano Atlántico, rutas claves para el comercio nacional e internacional.
La solución a este obstáculo llegó con la construcción del Túnel de La Quiebra, una de las obras de ingeniería ferroviaria más importantes de Colombia. Este proyecto fue parte de un ambicioso plan de obras públicas financiadas con los recursos de la indemnización de Panamá, que marcaron una nueva era en la conectividad del ferrocarril de Antioquia.
El Túnel de La Quiebra fue oficialmente inaugurado y se convirtió en el segundo túnel ferroviario más importante de América Latina y el séptimo del mundo en su época. Esta obra no solo transformó la movilidad de la región, sino que fortaleció el papel de Medellín como epicentro del desarrollo económico del país.