El gran problema de Antioquia era el embotellamiento de su rica y pujante economía minera, cafetera e industrial, y poder contar con vías de transporte rápidas y baratas hacia el río Magdalena y al océano Atlántico.
En el marco del más amplio programa de obras públicas emprendido hasta entonces, con los dineros de la indemnización de Panamá, se contrató la construcción de un túnel con la firma canadiense Frasser, Bracer & Co.
Esta firma realizó la instalación de una planta hidroeléctrica de motores Diesel de petróleo, así como la utilización de maquinaria pesada para la remoción de tierra e incluso locomotoras de petróleo crudo, que causaron admiración por su novedad. Al igual que el uso de técnicas de sostenimiento y revestimiento del túnel con arco en concreto y muros laterales de piedra y cemento.
En 1929, el túnel de La Quiebra fue inaugurado oficialmente, llegando a ser el segundo en América Latina y el séptimo en el mundo, confirmando desde entonces el gusto por las obras gigantes de parte de los antioqueños.