En la Medellín colonial, las principales calles demarcaban el perímetro de la Plaza; en todo el corazón de la villa vivía la gente importante: funcionarios reales y criollos, jerarcas de la Iglesia y peninsulares influyentes.
El diseño de la Plaza se realizó a cordel y regla, constituyendo una trama urbana en cuadrícula, que seguía un patrón octogonal. Este diseño, ordenado por la legislación española, no siempre coincidió en la práctica.
En la villa de La Candelaria, las limitaciones físicas y sociales que imponían las quebradas, las casas, la distribución de los solares y la terquedad de los vecinos hicieron que algunas calles tuvieran trazos irregulares, cóncavos y angostos, que aún hoy es posible apreciar.